lunes, 21 de marzo de 2016

Háblame con esa mirada y mantén en silencio esa lengua.
Cállate...
Y es que... tus ojos son lo más bonito que jamás he escuchado.

El mundo es ese lugar que o lo respiras o te respira.
Volver...
Volver, mi amor, volver es llegar otra vez al final de la misma historia. Y las segundas partes nunca fueron buenas. Así que mejor no me prometas un cielo y quedémonos en nuestro propio infierno personal. Consumiéndonos en el fuego del momento.
Soy un reflejo insano de lo que algún día quise ser,
la primera fruta que se pudre en el cesto,
un borracho tirado en la esquina lamentándose de lo que es,
una brújula que no señala al norte,
un Cupido que se caza a si mismo.
Ahí va, cabizbaja, resignada.
Otra vez a dejarse chupar la vida,
otra vez a camuflar el odio con falsas caricias,
con falsos abrazos, con falsos gestos de cariño.
A veces tiene que luchar para que sus gritos no le desgarren el pecho,
para que las lágrimas no la ahoguen.
Solo quiere embriagarse del olor, del calor,
de la mentira, del momento.
Para que no se deje ver su tristeza, su vacío.
Un vacío que solo llena con sudores en noches de verano.
Ayer me dijo que me traería la luna si quisiera, pero lo dije que no. A la noche siguiente lo subí al tejado para que la viera junto a las estrellas.
Ahora, cuando queremos alejar a alguien de nuestras vidas
lo bloqueamos y lo eliminamos de Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp...
Borra mi cara de todos sitios, 
no vas a conseguir eliminar los polvos echados, 
ni los momentos compartidos,
ni vas a conseguir odiarme menos.
No puedes borrar mi existencia.
Vértigos, escalofríos, un sentimiento extraño que recorre la columna,
se sujeta en el pecho y alborota el estómago.
Y es que pasaría mil inviernos por esta primavera.

domingo, 6 de marzo de 2016

"La cobardía viene de no amar o no amar bien, 
que es lo mismo."
Tenía miedo,
el caso es que desde que te siento cerca
he aprendido a volar,
a caminar recta,
a mirar a los ojos con sinceridad,
ahora quiero despedirme del miedo,
ese que me impide amar,
ese que me ata a mi yo más esclavizado,
ese,
ese que se esconde en mí,
ese que hay que dejar salir,
que grita en silencio por su libertad.

Me has hecho volver a la adolescencia, besos eternos, ingenuidad, ganas de avanzar, 
ausencia de miedo cada vez que te siento cerca, 
eres un soplo de brisa fresca.
Quizás eras lo que hacía tiempo que mi alma gritaba,
pero mi alma está rota, está corrompida y ya teme lo que se llama amar,
mi alma corta, desgarra, hiere y tiembla,
se excita y llora.
Tiene miedo, otra vez, otra vez quiere ponerse las pinturas de guerra,
otra vez quiere luchar, pero no debe,
ahora hay paz y no la conoce,
ahora hay una lucha interna,
querer y quererse,
nunca se nos ha dado bien hacer las dos cosas a la vez.
o hacemos daño o nos lo hacemos a nosotras.
Ese es nuestro juego,
esta es nuestra partida.

Bebe,
el tiempo nunca se cansa de jugar.
Sueña,
cada día hay un minuto por el que luchar.
Ama, 
nunca sabes cuando olvidarás.
Ríe,
siempre falta tiempo para la felicidad.
A LA SUPERFICIALIDAD Y A LA HIPOCRESÍA

Sí, escribo esto con odio, con rencor, con asco,
hacia una persona que detesta a las personas que triunfan,
a esa persona que critica lo que después ella misma hace para fardar,
a ti,
por hipócrita.
Tú,
que criticas las cosas para sentir que haces las cosas bien.
Te vendes, pero no sin antes
criticar al que vende el arte.
Obvio, a lo tuyo jamás lo llamaremos así,
es una mera y horrible imitación de la realidad.

Sigue luchando por lo que nunca serás,
eres la imitación de lo que ni quieres imitar.